Es algo conocido que en los últimos 150 años los humanos hemos modificado radicalmente el proceso ecológico de millones de años de nuestro planeta, con consecuencias irreversibles. Las medidas legales que se están tomando en algunos países son paliativas pero están resultando poco eficaces frente al daño ejercido.
Al mismo tiempo se produce la paradoja de que junto al avance científico que favorece nuestra calidad de vida estamos debilitando nuestro sistema inmunológico dependiendo cada vez más de las medicinas y de las medidas externas para mantener nuestra salud debido tanto al uso indiscriminado y poco racional de los medicamentos alopáticos como de alimentos cada vez más manipulados y adulterados, incluso a nivel genético.
Se confunde la seguridad con el proteccionismo y el control a todos los niveles. Las políticas democráticas son cada vez más controladoras y sutilmente represivas, y lo mismo ocurre con las políticas sanitarias y agrícolas: pesticidas, herbicidas, transgénicos, antibióticos, antiinflamatorios, complejos vitamínicos, vacunas, antigripales, antidepresivos, ansiolíticos, relajantes…
Algo similar ocurre con las educativas. Priva el control, la seguridad y los objetivos de logro sobre lo espontáneo, lo lúdico y lo creativo.
Las dinámicas macrosociales reflejan las de los ecosistemas microsociales, retroaliméntandose en la práctica. Y detrás de todo eso, como también es harto sabido, está la maquinaria del dinero y el poder de unos pequeños grupos e individuos que controlan a la mayoría. A sabiendas de que en muchos casos están apoyados por los votos de los ciudadanos, dándose la circusntancia de que la mayoría de la población apoya el actual estado de cosas sin poder valorar realmente si son o no conscientes de las consecuencias porque los conocimientos que se divulgan están sesgados y filtrados por dichos grupos de poder.
En todo caso tenemos que asumir que cada uno de nosotr@s tiene responsabilidades en los que está ocurriendo y también de que podemos participar en el proceso de cambio en algún medida. No hay que olvidar que en nuestros pequeños ecosistemas, -pareja, familia, escuela colectivos,- estamos reproduciendo esas mismas dinámicas en nuestras relaciones humanas y cotidianas. Pero también es cierto que nos resulta muy difícil cambiarlas porque son las que hemos vivido, experimentado y aprendido. Siendo muchas veces intentos ideológicos e intelectuales que, con el tiempo, flaquean y difuminan nuestros intentos de cambio, tal como ocurre con los políticos durante su campaña y a mitad de su mandato…
Este estado de cosas lo podemos definir como una tendencia antiecológica, siendo por tanto el término “ecología global”, coherente como definición alternativa, tal como lo propuso hace ya años el físico californiano F.Capra. La propuesta paradigmática propone cambios a todos los niveles, pero también una medida fundamental para que se consoliden: la recuperación o adquisición de nuestra conciencia ecológica como seres humanos. Recuperación de nuestra identidad como especie, como colectivo. Propuesta de E.Morin y de otros intelectuales que pasa necesariamente por un cambio radical en nuestra forma de relacionarnos, de convivir, y de realizar nuestras funciones humanas desde el principio de la vida hasta su muerte. Especialmente durante su proceso de crecimiento y de ontogénesis, es decir hasta el final de su adolescencia. Solo el cuidado, el mimo, el cariño, la autoridad funcional, y la potencialidad de sus tendencias naturales, uniendo natura y cultura, pueden hacer que los niños y niñas del presente y del futuro mas cercano lleguen a ser adultos con la suficiente conciencia y emocionalidad ecológica como para percibir la realidad de otra forma y tengan la naturalidad para relacionarse desde la humanidad, y para la humanidad, más allá de credos, ideologías, razas o intereses propios.
Cooperación, apoyo mutuo, solidaridad, respeto y una ética amorosa, junto a una agresividad funcional serán los atributos naturales de la nueva Estructura Humana que contraste con las estructuras neuróticas y fronterizas ( “borderline”) que prevalecen desde hace siglos, fruto a su vez, de una forma de relación y de educación infantil represora, antiecológica y por tanto extraña a lo humano.
La propuesta sistematizada que pueda ayudar a tomar las medidas necesarias para que se desarrolle esa nueva Estructura psicosomática la definí hace unos años como “Ecología de sistemas humanos”.
Somos ignorantes en este terreno, pero lo que sabemos por experiencia y evidencia debemos ponerlo en práctica al mismo tiempo que, asumiendo dicha ignorancia, seguir investigando y aprendiendo.
Este objetivo que algunas personas, entre ellas Wilhelm Reich se planteaban a mitad del siglo XX, sigue vigente y es la senda por donde la Ecología de sistemas humanos sigue caminando
,enriquecida por los conocimientos adquiridos durante los últimos decenios en todas las áreas del conocimiento, y también en la propia práctica clínica como psicoterapeuta corporal reichiano ( caracteroanalítico)
Es, por tanto un discurso donde se parte de una visión interdisciplinaria y por tanto exige una intervención y un praxis en equipos pluridisciplinarios rompiendo las fronteras entre las ciencias
,propuesta de praxis científica y educativa realizada tanto por W.Reich como E.Morin en la actualidad (“ educación planetaria”)
Es cierto que han habido profesionales y colectivos del campo de la psicopedagogía, de la obstetricia, de la psicología infantil, de la psicología perinatal, que han investigado y han intervenido sobre aspectos parciales de este discurso. Y lo siguen habiendo, y much@s. Pero, desde mi punto de vista, falta un discurso, un espacio que aglutine todas estas investigaciones desde la vida intrauterina hasta el final de la adolescencia. Porque una cosa es la teoría, las hipótesis, y otra cosa es la investigación que puede demostrar empíricamente esas hipótesis. Nosotros, en España, los equipos interdisciplinarios con los que trabajamos, lo hacemos tanto a nivel clínico como a nivel de prevención, siguiendo el discurso de Reich de los años 50. Dentro de estos equipos hay obstetras, hay pediatras, psicoterapeutas… En estos 25 años de trabajo hemos escrito artículos, tenemos libros publicados… y nos hemos encontrado con muchas contradicciones, muchas cuestiones interesantes. La principal es la dificultad de intentar establecer unos espacios de relación diferentes dentro de un sistema social como el que vivimos.
Nuestra alternativa tiene que ser una alternativa que empieza en la vida intrauterina, termina al final de la adolescencia, y cuestiona o implica todo el sistema educativo y de relación del sistema social. Y por tanto, y necesariamente, es también un discurso político. Por lo tanto, pasa a ser un discurso complementario con la ecología política (partidos verdes) y con la ecología social (Green peace, Ecologistas en Acción…) y muchos teóricos e intelectuales que se plantean la necesidad de cambiar el sistema.
Pero falla una base, que es: ¿Cómo hacemos que la persona realmente sienta y tenga una conciencia de cambio, y no por una cuestión ideológica? Porque había una frase de un líder sioux: hasta que los seres humanos no sientan el dolor que siente un árbol cuando se quema, seguirán quemando ese árbol. Nuestra tendencia a la disociación es, psicológicamente hablando, un elemento que incapacita la prevención del desastre ecológico. Porque no lo sentimos, no llegamos a experimentarlo, y la única forma en que se puede experimentar, es no perderlo. Es decir, es ir creciendo con una capacidad instintiva y de contacto con nuestra esencia ecológica. Y para eso es necesario organizar espacios, es decir, sistemas humanos, donde los mamíferos humanos puedan llevar su proceso de desarrollo hasta el ser humano, hasta ser persona (como decía Henry Bergson).
Para eso es necesario conocer, aprender e intercambiar los conocimientos que los investigadores tenemos a nivel parcial, en nuestra faceta, en nuestro trabajo, y empezar a lanzar un discurso global, un discurso amplio, que recoja intervenciones desde la vida intrauterina hasta el fin de la adolescencia, para poder intervenir de una forma coherente, acompañando esta capacidad de auto-regulación del mamífero humano, con el objetivo de poder llegar al momento en que se forme la identidad ecológica.
La identidad ecológica implica sentimiento de pertenencia, de com-union.Pero este sentimiento solamente se puede tener si se ha vivido en espacios ecológicos, y por lo tanto, basados en la cooperación, en la solidaridad, en el amor, etc.desde la primera infancia.
El objetivo de la Ecología de los sistemas humanos es poder desarrollar una sistemática de intervención preventiva y psicosocial que facilite labor laprotección del mamífero humano, y por tanto, de mantenimiento de esa conciencia ecológica de una forma eficaz teniendo en cuenta los sistemas, y teniendo en cuenta las particularidades de cada padre y cada madre, de cada escuela, cada situación particular que se va dando a lo largo de ese desarrollo, y contando con profesionales de intervención primaria, profesionales de la salud, profesionales escolares, que, juntos, puedan tener un lenguaje común y puedan dar una alternativa global.. Porque los niños y niñas que se desarrollan con esa conciencia van a tener mucha mayor capacidad de reivindicación política y de asentamiento social ecológico que los que no lo hacen.
Esta es la propuesta que estamos lanzando desde hace años y que desde hace poco se ha confirmado con la creación de un instituto internacional de Ecología de Sistemas Humanos, que lo que busca es ser una gran base de datos donde todas las personas que estamos trabajando en distintos aspectos parciales del proceso de maduración del ser humano empecemos a tener una relación, saber que existimos, y, desde aquí, empecer a interrelacionarnos, intercambiar experiencias y empezar a lanzar una llamada de atención, e incluso realizar procesos de formación que ayuden a los profesionales a tener un lenguaje, una pluridisciplinariedad y una relación común. Hay mucho que decir y hay mucha experiencia que transmitir. Y sobre todo, hay que transmitir la idea de que hay que salir de la idealización de la teoría, es decir, las personas que estamos trabajando en la práctica con sistemas nos damos cuenta de que existen muchas contradicciones, hay muchos puntos ciegos en el discurso teórico, que hay que saber ver desde una perspectiva funcional. Y esto implica una formación y un intercambio de experiencias.
Por ejemplo, ¿Cuántas veces nos encontramos con niños y niñas que han llevado un embarazo saludable, un nacimiento en casa, que han tenido una cierta lactancia, y que de pronto, a partir de los 3, 4, 5 años empiezan a tener sintomatología, a tener unos comportamientos en las escuelas aparentemente anormales? Este niño tendría que estar muy bien, muy feliz, muy sano, pero no hemos tenido en cuenta lo que ocurre en la escuela, o no hemos contado con el proceso de ruptura en la lactancia a la integración social. Y al no tener en cuenta ese facto no conocemos realmente el proceso que ese niño ha llevado. ¿Qué ocurre con la lactancia? Le han dado el pecho, pero ¿Cómo se da el pecho, con que dinámica, con la mecánica de “le tengo que dar el pecho porque es bueno para nutrirlo” o con la posibilidad de sentir placer y de sentir una sexualidad que me transmite mi hijo a través de esa relación, y por tanto facilitando esa realidad? Porque ahí existe una realidad sexual, más allá de las posturas de algunos psicoanalistas postreichanos o postfreudianos que no creen en la teoría de la frustración. Muchos dicen que la lactancia es buena para el sistema inmunológico o es buena para la nutrición, pero ¿quién habla de la lactancia como algo que facilita el proceso de desarrollo sexual oral, y por tanto como un proceso que mantiene la función de desarrollo sexual? Muy poca gente, y es una realidad que se olvida y que tiene que ver con esa represión.
¿Cómo se están haciendo las cosas? Pues desde un punto de vista muy ideológico, porque las madres, por su propio proceso de acorazamiento están sufriendo una desconexión con su sentimiento, están reprimiendo sus propias sensaciones, y por tanto impidiendo que haya una relación ecológica consu bebé durante la lactancia. Y esto por poner un ejemplo.
Nuestro objetivo es recuperar la corriente de vida que permita el desarrollo de un nuevo paradigma, donde la sexualidad y la espiritualidad laica vayan, caminen, funcionalmente unidas, a través del compromiso social, la creatividad y la responsabilidad individual. Su praxis la definimos como “La Ecología de los sistemas Humanos” Entre todos podemos conseguirlo, estamos en el momento de retomar la utopía