Psicoterapia individual y parejas desde 1982

CRIANZA ECOLOGICA. UN RETO POSIBLE PARA RECUPERAR NUESTRA HUMANIDAD.

Xavier Serrano Hortelano. Viernes, 3 de junio de 2016.

Siempre que me encuentro con fotos de niños y niñas con los ojos muy abiertos y la mirada expectante, perdida o aterrorizada me invade una tristeza muy profunda… Supongo que nos pasa a todos…esas fotos donde se muestra la miseria de lo humano, dentro de escenas bélicas, de hambruna o de violencia cotidiana. Son terribles, pero suelen reflejar situaciones que parejas lejanas a nuestra realidad, y se olvidan. Hay otras, muy cercanas que las he llevado conmigo todos los días. Los sentimientos que me producen me animan asimismo a seguir reivindicando el cambio, poniendo medios para alcanzar la utopía. Me refiero a fotos de hijos de mis amigos, de amigos de sus hijos, de niños y niñas cercanas, incluso algunas de mis propios hijos. Gestos y miradas de cuando eran críos, y otros con de diez, doce, catorce años, observando su “endurecimiento” progresivo, pérdida de alegría, de vitalidad, de “alma”. Como si de un “fausto” cualquiera se tratara. Reflejo del proceso de embrutecimiento y alienación del ser humano, y por tanto de una de las causas principales de su destructividad y miseria emocional. Mientras los niños pierdan su alegría y vitalidad el drama esencial de la humanidad seguirá en escena. Hay, pues, algo más importante que facilitar el desarrollo y crecimiento feliz, libre, alegre, de nuestras crianzas??

Los cachorros humanos son seres en desarrollo, que viven y tienden a la vida, a la expansión, como cualquier otro ser vivo. Alegres y confiados, excepto cuando un embarazo no deseado es llevado a término, o un parto termina con un expulsivo con ventosa. Pero, si no se ha encontrado con estas experiencias que congelan su “elan vital”, en el propio momento de nacer, -habitualmente-, un niño sólo morderá, golpeará, empequeñecerá al otro, gritará en exceso, será molestón, competitivo y difamador, poco solidario o… sumiso, irresponsable, inhibido y necesitará “a toda costa” encontrar el reconocimiento de los otros, -precisamente- si no se ha sentido amado, escuchado, reconocido, respetado, si se le ha exigido en exceso y negado su propia capacidad de elección. En definitiva, si se le ha tratado con una violencia “normal”. En muchas ocasiones las relaciones con los bebes y los niños suele ser fría, distante y compulsiva. Teñida de traumas de nacimiento, sexuales o relacionales; ausencias afectivas y falta de apego; distrés; castigos; represión y violencia directa o indirecta. Todo lo cual explica muchos de los comportamientos reactivos y antisociales de los adolescentes.

Asimismo nuestra sistema educativo está enfermo. Es, en sí mismo, un gran error, interpretar como inevitable, normal o innato, lo que no es más que desviación necesaria ante un gran obstáculo en su evolución libre. “Déjalo llorar”, “No lo cojas, tiene que acostumbrarse”, “Los niños son crueles”, “¿Cómo se te ocurre darle de mamar con dos años?“, “Los niños no saben, hay que educarlos”, “A un niño hay que enderezarle”, “Este niño me ha salido muy nervioso”, “Si les dejas que decidan…se te suben a los bigotes”… pequeña muestra de lo que escuchamos cotidianamente.

Fue Wilhelm Reich quien nos describió como “pequeños hombrecitos”, sujetos a cadenas invisibles pero reales que impiden el movimiento libre y espontáneo. Con miedo a la libertad, al amor, al goce. Impulsos naturales que ahogamos con actitudes rígidas y costumbres morales compulsivas y retrógradas privando el deber sobre el placer .Y lo más curioso es que todo eso se defiende en pro de una civilización que está destruyendo su propia especie y todo lo vivo. Con una percepción borrosa fruto de nuestra coraza muscular y caracterial, seguimos apoyando y defendiendo formas de relacionarnos y de educar que siglos de historia evidencian su fracaso e inutilidad para facilitar la potencialidad de lo humano. Provocando un circuito aparentemente sin salida : el sufrimiento infantil conduce a la enfermedad y la violencia del adulto, y ésta a una educación y una relación con los niños y adolescentes distante, fría, cuando no ausente o violenta. Debemos romper ese círculo patológico estableciendo otras formas de relación en los espacios vitales ( familia, escuela), prestando atención a la crianza y la educación.

Con este objetivo, desde hace tres décadas estamos realizando una labor de prevención desde el embarazo hasta el final de la adolescencia dentro de equipos pluridisciplinarios de psicólogos, médicos, obstetras, asistentes sociales, formados en clínica Reichiana y la llamada por Alexander Neill y Wilhelm Reich “teoría de la autorregulación”.Forma de acompañar al niño en su proceso de maduración, en atmósferas familiares y escolares libres y democráticas confiando en sus ritmos y acompañando sus procesos naturales. Durante ese periodo otros especialistas han aportado su experiencia y conocimientos, enriqueciendo también la nuestra. Y un nuevo paradigma ha ido surgiendo conforme se gestaba la crisis mundial que estamos viviendo. El físico, Fritjof Capra lo define “Ecología global”, porque reconoce que todo está interrelacionado y que para recuperar nuestra identidad, salud, educación, política, ciencia, arte, cultura, educación y crianza tiene que cambiar a la vez y de forma global. Al hilo de esta propuesta vimos coherente definir nuestro marco teórico actual y las distintas formas de intervención psicosocial como “ecología de sistemas humanos”.

Donde está incluido su núcleo principal, la “crianza ecológica”. Término que define y describe tanto nuestra propuesta de cambio en la forma de relacionarse con los bebes, los niños, y los adolescentes, como los medios necesarios, (individuales y en el sistema familiar y educativo),a utilizar durante todo su proceso de maduración psicoafectiva, con el objetivo de facilitar la articulación de Estructuras humanas saludables, sin miedo a la libertad y con una identidad humana y planetaria (conciencia ecológica). Para alcanzar dichos objetivos, padres y educadores deben ser figuras de autoridad funcional y temporal ( no autoritarios),necesarias para equilibrar la fuerza del instinto con los límites de la realidad, siempre y cuando actúen de la misma forma que aconsejan a los otros . Creando espacios caracterizados por: El respeto del ritmo del bebe, niño y adolescente, teniendo en cuenta el ritmo del colectivo. La comunicación directa y fluida. La confianza en la fuerza del instinto y la naturaleza humana, privando el placer sobre el deber para asumir responsabilidades de una forma suave, progresiva y asumidas desde la libertad.

Conocimiento a partir de la experiencia elegida libremente,bajo previa advertencia de sus consecuencias Convivencia basada en la libertad,el apoyo mutuo, la tolerancia, colaboración, solidaridad y sostenibilidad Hábitos ecológicos: alimentación, consumo, contacto con la naturaleza,etc. Respeto por su evolución sexual facilitando medios para una información sexual accesible . Junto a estas dinámicas cotidianas hay algunas experiencias esenciales para alcanzar dicho objetivo: embarazos deseados y partos ecológicos vividos ambos con la implicación cómplice de las parejas ; lactancias naturales en ambientes familiares cooperativistas; espacios escolares donde la libertad solidaria,la inteligencia emocional y la convivencia ecológica son sus principales señas de identidad y la aceptación del adolescente con su “extraña” forma de comunicar y de actuar,necesaria para el afianzamiento de su diferencia, de su identidad.

Es, por tanto, una labor continuada y que no se puede parcializar. Se puede tener un parto natural,pero si luego llevan al bebe a un “aparcacoches” a los dos o tres meses vuelve a una situación de distres y de sufrimiento emocional .En muchas ocasiones se actúa según consejos familiares o pediátricos, desconfiando de la propia capacidad instintiva y empática. Si se observa que las consecuencias no son las adecuadas, tenemos todavía la oportunidad de repararlas o compensarlas, con una intervención preventiva psicocorporal especializada.

La crianza ecológica es un reto maravilloso, a sabiendas de que alcanzar sus objetivos en un sistema social y cultural como el nuestro, supone nadar contra corriente, convirtiéndose en una tarea complicada. Entre otras cosas porque no podemos crear una “guía de crianza ecológica” en cuanto que existen diferencias sustanciales,económicas, laborales y culturales entre los sistemas familiares y escolares, por lo que debemos aplicar las leyes generales del funcionamiento ecológico a sus particularidades propias. Al ser una tarea compleja, tanto por los límites personales, como por los prejuicios culturales, las presiones laborales y los impedimentos sociales, es necesaria una acción colectiva. De los profesionales de la salud y la educación, de los padres,de los medios de comunicación y de los gobiernos. Unos padres “ecológicos” o una escuela libre en solitario, tiene por delante un reto casi imposible, pero si establecemos redes sociales de apoyo resulta posible.

Es evidente que lo ideal sería recuperar la vida en comunas, pero mientras tanto, se pueden establecer redes donde las familias interactúen y se apoyen, facilitando, por ejemplo, que sus hijos se encuentren, pasen vacaciones juntos, o que los padres puedan tener espacios para satisfacer sus necesidades personales y de pareja tranquilos y confiados. Redes que permitan, asimismo, la interacción constante entre padres, educadores y profesionales de la salud, para plantear objetivos comunes en pro del bienestar del niño, respetando su ritmo y su naturaleza. Que se pueden concretar, por ejemplo, en “grupos de padres” o talleres con educadores, padres y alumnos, etc. Vemos pues, como esta crianza implica una labor de equipo. Todos y todas unidos, contribuyendo al cambio global necesario que nos permita recuperar nuestra humanidad y nuestra tierra, Gaia.

Xavier Serrano Hortelano Psicólogo especialista en psicología clínica, sexólogo y psicoterapeuta caracteroanalítico. Director de la Escuela Española de terapia Reichiana (Es.TE.R.) Autor de varios libros especializados, entre ellos: “Contacto,vinculo, separación”; “Ecología infantil y maduración humana (coautor) y el ultimo: “Profundizando en el diván Reichiano” (Edit. Biblioteca Nueva)