Hay momentos en nuestra vida en los que podemos encontrarnos confusos y extraños, en crisis con nosotros mismos, con nuestra pareja o el trabajo. El sufrimiento emocional, los miedos, las dependencias subyugantes, la impotencia para alcanzar nuestros retos y objetivos vitales, junto con las casi inamovibles tendencias autoagresivas, son algunas de las cosas que nos conducen a una forma de percibir limitada y angosta, y nos envuelve en una halo de resignación y pesimismo que limitan y entorpecen nuestra salud y alegría de vivir.
La psicoterapia, de la mano de un especialista adecuadamente preparado, puede ayudar a cambiar estas situaciones y a transformar nuestra vida, acompañando y potenciando, a su vez, los procesos de aquellas personas que deseen profundizar en el conocimiento de sí mismo para seguir creciendo internamente.
Existen diferentes modelos con formas distintas de contemplar la enfermedad y la recuperación de la salud; sin embargo, las terapias liberadoras tienen un hilo conductor común basado en una serie de aportaciones claves.
LA IMPORTANCIA DEL INCONSCIENTE
Sigmund Freud descubrió a principios del siglo XX cómo influía el inconsciente en nuestra conciencia, manifestándose a través de los sueños, los lapsus linguae y de algunos síntomas sicológicos y somáticos. Desarrolló un método “analítico” basado en la “libre asociación” para descifrar su código, con la finalidad de que se pueda integrar con las otras partes del psiquismo favoreciendo así una mayor fortaleza del yo. Se conviertió así en el creador del psicoanálisis y padre de la psicoterapia.
Una de sus aportaciones más interesantes fue su concepto de “transferencia”, repetición en el espacio clínico de experiencias afectivas infantiles. Observó que, en ciertos momentos, sus pacientes modificaban sus sentimientos hacia él o la percepción de su actitud hacia ellos, sin que ocurriese algo que lo justificara. El deseo, la rabia, la sensación de ser mal atendidos, abandonados, incluso el miedo a que les manipulara o se aprovechara sexualmente de ellos, aparecían de forma imprevista y no siempre totalmente consciente.
La transferencia se convirtió en una de las principales herramientas clínicas de la psicoterapia, pues analizándola, haciendo consciente esa percepción y comprendiendo su origen y su influencia en la vida real de la persona, ésta logra modular cambios importantes, tanto en su autopercepción como en la forma de relacionarse con su pareja, sus hijos, alumnos o compañeros de trabajo, al liberarse y descondicionar esa influencia inconsciente.
LA CORAZA MUSCULAR
Unos años después, Wilhelm Reich, neurosiquiatra, sexólogo y discípulo de Freud, junto a otras aportaciones clínicas, constata que lo inconsciente también se refleja en las rigideces musculares crónicas, en la inhibición respiratoria, en los limites para abandonarse a experiencias viscerales como el orgasmo. Desarrolla entonces el concepto de “coraza caracteromuscular”: suma de mecanismos defensivos corporales y conductuales que facilita una mayor comprensión de la conexión neurovegetativa que existe entre la mente, el cuerpo y las emociones. Reich comprobó a su vez la influencia que tiene en todo ello la represión de la afectividad y la sexualidad, tanto en el sistema familiar y educativo como en el sistema social, lo que impulsa la necesidad de realizar cambios relacionales y educativos para prevenir la patología y el sufrimiento emocional.
Sus cuestionamientos sociopolíticos radicales en un período histórico de gran tensión en Europa, el empoderamiento del nazismo, produjo conflictos irresolubles en la institución psicoanalítica que le obligó a seguir su propio camino, desarrollando un psicoanálisis corporal que definió como “Vegetoterapia Caracteroanalítica” y posteriormente “Orgonterapia”. Siendo la matriz de las denominadas “Psicoterapias Corporales”, influyendo también en algunos aspectos de la terapia Gestalt y de la mayoría de las psicoterapias actuales.
OTRAS APORTACIONES
Carl Jung, psiquiatra, también discípulo de Freud y otro disidente de la institución, realiza importantes aportaciones a la psicoterapia, entre ellas su noción de “inconsciente colectivo”, los arquetipos y sus técnicas para liberarnos de una parte de nuestra personalidad: ”la sombra”, la cual limita nuestra potencialidad humana.
Fritz Perls, psiquiatra, alumno de Wilhelm Reich y pionero del Instituto Esalen en California en los años 60, creador de la “Terapia Gestalt”, insiste en la importancia de liberarse de los prejuicios y miedos para poder vivir más intensamente el “aquí y ahora”.
Otros profesionales de la salud hasta el día de hoy, han seguido profundizando, y aportando ideas y herramientas clínicas a la psicoterapia, dentro de los modelos ya existentes o creando otros nuevos, como la llamada “psicoterapia relacional”
LA SENDA DE REICH
El colectivo que represento, continuando la senda de Wilhelm Reich enriquecida por las aportaciones de otros especialistas, como las de Federico Navarro, y teniendo presente la evolución del resto de modelos de psicoterapia de vanguardia, ha sistematizado una psicoterapia que definimos como “caracteroanalítica” realizando intervenciones individuales —combinadas con sesiones grupales cuando es necesario— y de parejas, todo lo cual implica en muchas ocasiones el trabajo en equipo y una estructura que sigue estos pasos:
—Sesiones de evaluación estructural para conocer la realidad global de la persona, su estructura; lo que permite plantear un proyecto diferencial adaptado a cada caso, dando a elegir entre un encuadre focal con objetivos limitados con una duración de unas veinte sesiones individuales y algunas grupales, denominado “Psicoterapia breve caracteroanalítica”(P.B.C.), o bien un proceso profundo sin un tiempo determinado: la “Vegetoterapia caracteroanalítica estructural” (V.C.E.).
—En situaciones de crisis podemos aconsejar puntualmente el psicofármaco u otras técnicas convergentes.
—Nuestro eje central es la “relación terapéutica transferencial”, estableciendo un espacio de respeto al ritmo de cada paciente, tolerancia y empatía, y una dinámica de complicidad y cooperación frente a los objetivos comunes a alcanzar.
—Dentro del proceso clínico en el “diván reichiano”, junto al análisis de los sueños y de las manifestaciones corporales y caracteriales, utilizamos movimientos musculares o ”actings” de una forma cuidadosa y sistematizada. A través de los cuales potenciamos la emergencia del inconsciente, descondicionamos traumas y facilitamos la aparición de emociones infantiles reprimidas que pueden ir vinculadas a recuerdos u otras asociaciones mentales, siguiendo la máxima de Wilhelm Reich: “cada rigidez muscular contiene la historia y el significado de su origen”.
—Desde la posición “analítica” se integran y elaboran las experiencias emocionales y los recuerdos que les acompañan. Lo cual repercute en la realidad actual del paciente recuperando y potenciando sus capacidades personales y vitales y la gestión de las mismas en su realidad cotidiana.
—En ocasiones nos encontramos con escollos y situaciones que no sabemos resolver, también de ellas intentamos aprender y nos impulsa a seguir investigando para aumentar nuestro conocimiento.
—La evidencia que observamos en nuestra práctica clínica de que las causas del sufrimiento humano y su pérdida de conexión ecológica se deben a la realidad social y a los conflictos relacionales de los ecosistemas familiares y escolares nos impulsa a tomar medidas preventivas activas, dentro de lo que he definido “Ecología de sistemas humanos” y que toma su inspiración en las palabras de Federico Navarro: “la labor del psicoterapeuta es la de procurar la recuperación del bienestar y la alegría de vivir de las personas al tiempo que se participa en los cambios necesarios para que un día la humanidad no los necesite porque ésta sea madura, autónoma y capaz de autogestionarse".
Para saber mas
—Federación Española de Asociaciones de Psicoterapia (FEAP): www.feap.es
—Escuela Española de Terapia Reichiana (Es.Te.R.): www.esternet.org
UNA IDENTIDAD PROPIA
Las terapias liberadoras que integran el crecimiento personal comparten una serie de características que las diferencian de las adaptativas o normalizadoras:
—Es imprescindible que el psicoterapeuta, junto a la titulación académica correspondiente, realice una psicoterapia personal, así como supervisiones clínicas del trabajo con sus pacientes y seminarios de casos.
—Mantener una posición analítica, facilitando un espacio donde el paciente se sienta implicado y protagonista y en complicidad y alianza con su psicoterapeuta, favoreciendo así el aumento de su autoestima. Es por tanto una posición contraria a la sugestiva o inductiva, donde la persona adopta un rol pasivo repitiendo los roles sociales jerarquicos habituales.
—El eje central de cualquier intervención es la relación terapéutica transferencial, que implica un ambiente empático muy concreto y permite un encuadre donde queda manifiesto el acuerdo entre paciente y psicoterapeuta para conseguir unos objetivos concretos, delimitando la forma que se va a adoptar para ello.